martes, 29 de enero de 2013

LA LEYENDA DE LA DIABLADA





Adaptación literaria: Marco Kuru Mendizábal Tórrez.




La leyenda cuenta que en cierto lugar del Altiplano, en la cordillera de los Andes Bolivianos  -una zona de mucho  movimiento económico por la cantidad de Centros Mineros que estaban en  auge por aquellos tiempos- existía una Capilla en una altiplanicie cerca de una colina donde empezaron a ocurrir extraños e inexplicables accidentes. Llegó a morir el Padre destinado al lugar y la zona se convirtió como en un lugar encantado, por donde la gente del lugar tenía miedo pasar, más aun, decían que por las noches se veían luces y sombras y se escuchaban espantosos gritos y ruidos extraños. También decían que surgía una extraña música y que la Capilla había  sido tomada por Lucifer, sus espantos y alimañas (arañas, serpientes, cuervos, gatos negros, sapos etc.) y corrió el rumor de que el que se atrevía a ir a la Capilla no volvía.


Al enterarse de esto la Madre Iglesia,  preocupada por los acontecimientos decide enviar a otro Padre de relevo para investigar la situación y hacerse cargo. Él emprende viaje a caballo y encuentra de inmediato un escenario sinuoso, lleno de trabas y obstáculos. Circunstancialmente tiene encuentros con espectros representantes del mal. En uno de esos encuentros, el Padre bebe agua de una poza y, al mirarse en el reflejo del agua, ve una encantadora figura como un espejismo, es la China Supay. El Padre, de forma extraña y repentina muere envenenado incumpliendo su misión de llegar a la Capilla en la colina.
Con más preocupación, la Iglesia recibe datos de la zona minera donde se encuentra la Capilla, se dice que está llena de depravación, ambición, alcohol, prostitución y  que los poblados de los alrededores están siguiendo los mismos pasos. Viendo esto, la Iglesia envía a uno de sus Monseñores de más alta envestidura. Éste toma las riendas y, vestido humildemente, emprende el viaje con la misión de recuperar la Capilla tomada por el Diablo.

 Al transcurrir la primera parte de su travesía el Padre sufre sus primeros encuentros con espectros del mal,  sufre la pérdida de su caballo y debe proseguir caminando, lo que hace mucho más difícil su travesía.  Se detiene en un sendero y observa otra vez algo parecido a un espejismo. Es el Diablo. En ese momento, es atrapado por un derrumbe y muere al borde del camino sin poder ser auxiliado, saliendo así, una vez más, victorioso el Mal. Al paso de estos acontecimientos, los pobladores del lugar empiezan a comentar sobre los Curas muertos y dicen haber escuchado y observado más luces en movimiento y ruidos en la Capilla  Embrujada -que es como le dicen los pobladores de los alrededores.

Unos días después se ve pasar por un  pueblito cercano a la capilla a un extraño pero humilde monje. Al atardecer, se lo ve ingresando hacia las colinas donde se encuentra  la Capilla. 


La penumbra va envolviendo al Personaje quien con su cabeza cubierta y a paso lento se pierde en la oscuridad. En un lugar descampado el monje avanza luchando contra el fuerte viento, las sombras se mezclan con el polvo del lugar. En ese momento, todo el espacio se ve inundado por una extraña pero encantadora melodía que  colma el lugar de fuerza, como haciendo temblar la tierra. A la distancia, entre la penumbra, el polvo y el humo se empiezan a dibujar los perfiles de cientos de cornamentas que briosamente avanzan. Son los Diablos con Lucifer a la cabeza. Como un fuerte ejército avanza para enfrentar al otro, entre llamaradas, chispas y resplandores, Lucifer, empuñando su tridente, se desprende de su tropa lanzándose a la carrea en dirección al Monje.

A la distancia y todavía peleando contra el viento y el polvo, se encuentran el Monje y su burro quienes son envueltos por la tempestad de polvo, humo y viento que levantan los Diablos con sus estruendosas botas. De pronto, de la mezcla de polvo, humo y viento sale un fuerte resplandor,  donde antes se encontraba el Monje y su burro Se revela el Arcángel San Miguel quien, al trote y espada en mano, se dirige  a enfrentar a Lucifer y sus ejércitos. Lucifer empuñando su Tridente y refugiado en su gran ejército se lanza al encuentro del Arcángel. A metros por detrás del resplandor, del polvo, del humo y del viento, salen de entre las sombras cientos de Ángeles que al ir al compás del ritmo emergente de la batalla, aseguran la victoria de la misma. 

El Arcángel San Miguel y Lucifer  corren desaforadamente a enfrentarse adelantándose a sus tropas y encontrándose violentamente con un primer golpe de armas que saca chispas de las mismas. Ellos entablan una feroz batalla donde se siente la magnitud de sus poderes. Sus ejército circundan rítmicamente la brutal batalla el ritmo del combate sube en intensidad y el Arcángel empieza a vencer a Lucifer quien, ya lastimado y herido, posa su rodilla en el piso. El Arcángel, ya victorioso, con un fuerte golpe le hace volar el tridente de la mano, quedando Lucifer con una rodilla postrada en el piso desarmado y rendido.  San Miguel levanta su espada lentamente preparándose para asestar su último golpe. En ese instante de la espada emerge un fuerte resplandor  cegando a todos los del lugar. 

Al desvanecerse la luz  surge la imagen de  la Santa del Socavón quien le detiene la mano bajándole la espada. Lucifer, postrado de rodillas, levanta lentamente su cornamenta y la Santa, haciéndole un señal, le perdona sus pecados y lo deja ir  por gozar de su ritmo, de su color y de sus piruetas y entre el humo, chispas, ritmo y alegría los ejércitos de Diablos y Ángeles se van bailando juntos entre las penumbras del altiplano, la Santa los observa alejarse disfrutando del ritmo y las piruetas.


Danza con aire de infierno
Mestiza como la America…
Yo pensaría que tú tienes
Del cielo la entrada abierta
                         CMC.




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